Año 2086. Cuando Kate Sorin se presentó voluntaria como “ciudadano base” para el proyecto Shell no imaginaba cómo condicionaría su destino. La Confederación Occidental aseveró que la creación de ciber-clones sería el puente a una sociedad libre e igualitaria, sin pensar en que su naturaleza humana lucharía contra el cometido para el que fueron creados: ser esclavos.